SOMOS UNO
Joel Alejandro
08:05 p.m. 13/01/2008
Rompe en lágrimas la voz,
los ojos no quieren volver a ver;
la noche destierra hoy al sol
sólo las sombras han de ser esta vez...
Rosa negra, en veneno bañada
néctar maldito de la enamorada,
bajando de la flor para tocar esos labios
castigados por la muerte, lo trágico.
Olvidar, olvidar, no. ¿Por qué?
Dejar caer al vacío, no, jamás...
Tormento, soledad, no hay más fe.
Nada, eso queda, nada, nunca más.
¿Liberarme, eso quieres, eso pides?
La sangre corre, gélida, sin sentir.
¿Salvarme, eso anhelas, eso dices?
El susurro muere, herido, mas sin sufrir.
Grité. Volví a gritar, y no llegas,
solitario; el viento me arrastra,
me lleva, me mueve, y no estás,
me acaricia, me cuida, y no me amas.
El espacio... Lejanía, distancias,
que nos separan y nos unen a la vez,
cielo y tierra, cosas que no cambian,
amor prohibido que nos deje ser.
Duerme ella, duerme él, solos,
mas tiempo mediante, hay mañana
para amar y matar lo doloroso,
y engañar a la desdicha tacaña...
Regresará el día. Ya no reina la luna,
el sol dirige en el firmamento,
y el corazón renace en su cuna,
donde encontró el amor eterno.
Yo te amé. Tú no. Mas ahora,
me buscas, me encuentras, me salvas,
yo te amo, tú me amas, es hora,
somos dos; no, somos uno, un alma.